Te escribo en azul para no pensar en el verde de tus ojos. No pensar en lo fácil que me derrumbo cada vez que tu mirada me encuentra y se va colando por entre lo opaco de la mía, tan tímida y sigilosamente.
Te escribo en azul para no tener que recordar cada día que tus ojos ya no son capaces de mirarme de la misma forma en que te miran los míos, ni siquiera por una vez más.
Te escribo en azul porque aun cuando hiciste desaparecer ese temor que me consumía y me impedía hundirme en la profundidad de tu mirada, luego y de un solo golpe me enseñaste que no podré volver a tocar tu alma, ni tú te atreverás a tocar la mía.
A fin de cuentas, hoy te escribo en azul por una simple y profunda razón: y es que mi duelo es tan grande que no me permite decirte valientemente estas palabras mientras miro el verde de tus ojos.
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