miércoles, 19 de mayo de 2010

No pude más que brillar, mi amor...


...Brillé tanto que él se habrá tenido que tapar los ojos. Con las dos manos, o con uno de esos pañuelos de seda que usan los magos cuando no quieren que nadie vea. Sin saber quién es, él habrá tenido que taparse para no morirse entre destellos, porque hombres como él, que no soportan los reflejos, que huyen hasta de los espejos, que prefieren sombras siendo soles, merecen verme incandescente, luminosa. Así que brillé. Y él habrá tenido que esconderse como un sapo en su maldito pozo para que las lamparitas de mi mirada de escorpiana no lo molesten, porque va a tener que vivir en una cueva si pretende que mi luz, esa que me orienta, no le revuelva la cabeza...

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