sábado, 20 de junio de 2015

Going for... A day at Mercado Central... Tons of cheap food!




El reto: ir a hacer compras al Mercado Central. El Mercado Central queda lejos. Bien lejos. Está en las afueras de Buenos Aires vía al aeropuerto de Ezeiza y se llega en un colectivo que da más vueltas que mamón en boca'e viejo. 

El Miedo: Lo primero era saber si realmente iba a llegar. Al no conocer para nada la zona, es muy fácil pasar de largo. Sí, a estas alturas de mi vida me da miedo perderme aún teniendo un smartphone con GPS en la mano.

Por otro lado, una escucha tantos cuentos de que en los mercados (o cualquier lugar muy concurrido) abundan los carteristas, que durante toda la compra estuve paranóica pendiente de que no me robaran la billetera. Se imaginan? Perdida en Ezeiza y sin un peso encima para volver?

El Resultado: Al llegar allí todo es abrumador porque no sabes por dónde empezar, dónde y qué conviene comprar, hay una muchedumbre que te apura en cada puesto hasta que finalmente terminas llevando los cuatro kilos de pechuga de pollo que ya tienen empaquetados en oferta  porque sientes que si te atreves a pedir sólo tres tanto el carnicero como la doña que sigue en fila te van a arrancar las greñas de un solo tirón por perturbar el sano orden de la cadena de compra.

Lo que sí les puedo asegurar es que todo es barato, muy barato. Compré comida como para mes y medio, incluyendo carne, mucho pollo (lo de los 4 kg. de pechuga es en serio), chuletas de cerdo, kilos y kilos de frutas y verduras y hasta una docena de facturas a 17 pesos. El regreso lo hicimos en remis y lo pagamos entre tres, así que no salió caro. Cuestión que entre todo gasté unos 600 pesos, más o menos lo mismo que gasto comprando tres pendejadas en un supermercado que me duran semana y media.

Además, hay un dinosaurio mecánico gigante que menea la cola.

Esto va a ser un ritual mensual.


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