domingo, 21 de junio de 2015

Day Seven: Wearing my heart on my sleeve



Amar no es fácil. Debería serlo, pero pocas veces lo es. Menos cuando va en una sola dirección. Saben qué también es dificilísimo? Decirle a alguien que lo quieres aún sabiendo que no te quiere de vuelta, o al menos no de la misma forma. Uno se pone en una posición muy vulnerable en la que se le da carta blanca al otro para desarmarte por completo. Hay que tener un par (de huevos o de ovarios) para lanzarse de frente.

Si te quieren o no es irrelevante. Si merecen tu amor o no es irrelevante. El amor no se basa en méritos ni exige reciprocidad. Se siente y punto, y mientras tengas la oportunidad de hacérselo saber a la otra persona, mi recomendación es que lo hagas, por muy aterrador que parezca. Nunca te pongas en esa jodida situación en la que terminas preguntándote "what if...?"

Hoy crucé media ciudad precisamente para hacer eso. Era una cuestión de "ahora o nunca", pues esta noche él tomará un avión para cruzar el Atlántico y aunque no dejamos de hablar de reencontrarnos, lo cierto es que no sé si alguna vez nos volvamos a ver. Decidí lanzarme sin previo aviso, y sin saber cuál sería su reacción. I just went for it.

Desde el momento que subí al colectivo hasta que abrió la puerta sentí mi corazón hacer "tucún, tucún, tucún" como si intentara escaparse por mi boca previendo que terminaría más arrugado de lo que ya estaba por la inminente despedida.

Una mezcla de nervios, nostalgia y admito que bastante miedo me terminaron por revolver el estómago por la respuesta que pudiera recibir. Verán, él hizo de quererlo una misión casi imposible. Me sacó canas verdes. Hizo que quisiera mandarlo a la mierda mil veces (y algunas lo mandé), y mil veces hizo que quisiera tenerlo cerca de nuevo. Sus razones tendría. Con él nunca supe dónde estaba parada. Con él todo siempre fue "por qué fácil, si difícil también se puede?". Pero también con él me sentí querida y especial.

El recuerdo de los rituales de té o café acompañados de los abrazos más fuertes, amorosos y tiernos que he recibido en mi vida va a estar revoloteando siempre entre mis pensamientos preciados.

Alguna vez me dijo que me quería. Hoy no, pero eso no importa. No fui buscando eso. Me dio un abrazo de los suyos, de esos que duran casi para siempre. Me llenó la cara de besos como siempre hace. Me miró y me sonrió como nadie hace. Eso me basta.



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