lunes, 6 de septiembre de 2010

No me Llames Dolores...

Tour chupístico. 5to bar: Las Cuevas
de Zorte

Hoy he amanecido pensando en Barcelona. Muchos de mis mejores recuerdos, por lo menos los más recientes, los tengo de esa ciudad. En los últimos dos años he ido 5 veces y cada vez me gusta y me llama más a elegirla como el lugar donde quiero establecerme.

La primera vez que pisé aquella majestuosa ciudad con sello Gaudí por donde mirara, fue en pleno verano de 2008, cuando me recibió Miguelete y terminó en escapada a Tarragona para hacerle una visita de médico a la Chuchu. La ciudad estaba a reventar... Guiris por todos lados. 


Las Aguas Danzantes en Plaza España, casa Batlló, La Sagrada Familia, la Pedrera y Parc Güell, el Palau de la Música, y un tour chupístico trimardito que comenzó en un barcito que es lo más parecido a Café Rajatabla que he visto en mi vida (Gracias Marco Tulio por llevarnos!), seguido de otros 7 bares, todo en un día, ha sido de las experiencias más agotadoras (pero sobretodo fascinantes) de mi vida. Me encantó, y a la vez me aturdió. Julio no es mejor mes para ir a Barcelona, y mucho menos si es por primera vez. Sin embargo, tiene un encanto tal que decidí regresar otras cuatro veces en lugar de conocer otras ciudades en España.

Con cada nueva visita me iba enamorando más de la ciudad. Cada vez la veía menos cono ojos de turista y más como cualquier local o residente... y de a poco me fue enamorando. Sus luces, sus edificios, su vibrante vida, su gente (o, en todo caso, sus inmigrantes), Montjüic, La Boquería, los bares y cafés escondidos y desayunar un domingo en la champañería con un pintxo de xistorra y una botella de cava. No se puede pedir más!

Hace exactamente un año estuve por última vez en la Ciudad Condal. Un jueves me estaba tomando un café con un viejo conocido y el sábado a las 7am estábamos montados en el AVE camino a Barna. Él quería saber por qué me gusta tanto esta ciudad, así que me llevó porque quería verla desde mis ojos. 

Me enamoré. O bueno, me terminé de enamorar. La Ciudad Condal con su Barceloneta, con la playa a sólo minutos del Barrio Gótico. La posibilidad de estar caminando por el centro de la ciudad y un ratito después tener las zapatillas en la mano e ir descalza por la arena, teniendo una conversación amena y relajada, para luego ir a uno de los puntos más altos, con la ciudad sonriendo desde abajo y la brisa fresca rozando mi cara. Perfección, así sin más. La compañía también perfecta. Después de la ciudad, mi segundo amor. 

Para mí, Barcelona es símbolo de felicidad. De libertad. De mil posibilidades. De romance. De música que me transporta, paseos en moto y bicicletas. Mundana. De "posteroridad", deseos pendientes de cumplir (Marua, cómo va eso???), Filipo perdiéndose cada 3 pasos y videos memorables. La puta! Está caliente, pero está buena! 

Este, el Soundtrack oficial de la visita #2. 


1 comentario:

  1. Yo también estuve enamorada de Barcelona y de un chico que vive allí. Nunca he ido pero las fotos y relatos de allá, como este, me hacen pensar que es mi lugar ideal, al menos por algunos años.
    Por cierto, no suenan las canciones :(

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