miércoles, 17 de abril de 2013

"La Embajada es mía, Soy Venezolana"


El pasado domingo, tal como hice en Octubre, me levanté temprano, me di un duchazo, puse a colar un café que quedó medio aguado y que a medias cumplió el difícil objetivo de despertarme, y me fui, cédula en mano, a ejercer mi derecho al voto.

Igual que en octubre, teníamos pensado regresar al Consulado a esperar los resultados, pero esta vez, previamente advertidos de la presencia de varios grupos de izquierda argentinos que apoyan al actual gobierno venezolano -por ilegítimo que sea-, decidimos no caer en provocaciones, no ponernos en riesgo, y optamos por reunirnos en casa de un amigo. Todavía no creemos las palabras que salieron de boca de Tibisay Lucena al anunciar que el proceso electoral se llevó a cabo "sin irregularidades" y que con un 1% y faltando votos por escrutar (incluidos los del exterior), había una tendencia irreversible a favor del candidato oficialista.

Hoy todavía no creo en sus palabras, y por eso decidí acompañar a otros compatriotas que residen en Argentina para alzar nuestra voz y mostrar nuestro descontento.

Así, atendiendo el llamado de Henrique Capriles a tocar las cacerolas a las 8 de la noche (Ven), acudimos al Consulado, y a las 9:30 empezó nuestro cacerolazo. Ahí estuvimos, tranquilos pero firmes, dándole palo a esas ollas y coreando consignas a favor de una auditoría. Nada más. Después de un par de horas llegamos a la Avenida Santa Fe con el único propósito de tener visibilidad para difundir nuestra postura. Éramos, calculo yo, unas doscientas personas. En ningún momento alteramos el orden, rayamos paredes, rompimos cosas o siquiera tocamos las puertas del edificio de la Embajada. De hecho, nos mantuvimos detrás del cercado que la separa con la calle.

Al final de la noche, decidimos que al día siguiente haríamos lo mismo, de la misma manera: pacífica y cívicamente. No pudimos. O al menos no en el único lugar que tenemos para ello, ya que desde la misma Embajada de Venezuela, aquella que debe representarnos, esa que debe proteger nuestros derechos, ya había convocado a través de su cuenta de twitter a los mismos grupos de izquierda que las noches del 7-O y  y 14-A estaban ahí, amedrentando es insultando a los venezolanos que queremos un cambio. Decidimos manifestarnos igual, pero a distancia de nuestro único pedacito de territorio en Argentina.

Estos grupos fueron acercándose de a poco al lugar en el que manifestábamos, y los pocos que lograron pasar el cordón policial, con una actitud desafiante nos gritaban "golpistas", "fascistas" y "asesinos".

Golpistas, a nosotros, que únicamente pedimos un conteo manual de los votos, porque tenemos razones suficientes para creer que hay discrepancia. Golpistas a nosotros que ejercemos nuestro derecho a la protesta - siempre pacífica -. Golpistas porque nos negamos a aceptar un gobierno ilegítimo. Golpistas a nosotros, mientras aquel que ya no está se hizo famoso precisamente por llevar a cabo un golpe de Estado a un gobierno democráticamente electo.

Nos llaman fascistas por las mismas razones. Fascistas mientras en la Asamblea Nacional Diosdado Cabello niega el derecho de palabra a los parlamentarios de oposición y destituye a los que presiden las diferentes comisiones sólo porque le da la gana. Fascistas, mientras Andrés Izarra  amenaza a la población civil con enviarles motorizados armados si se atreven a manifestar o Maripili Hernández sugiere que cuentan con 375 mil combatientes. Nos llaman fascistas, pero defienden a ultranza a un militar que estuvo más de 14 años en el poder, y a su heredero, aún a pesar de odiar a los militares de su propio país. Fascistas, a nosotros que sonamos unas ollas y pedimos un recuento de votos. 

¡Asesinos, asesinos! Con una ligereza que deja atónito a cualquiera y sin contemplación alguna, nos llaman "asesinos", a nosotros, que venimos armados con una bandera, una cacerola y nuestras voces. Nos llaman asesinos, mientras en nuestro país la Guardia Nacional dispara contra manifestantes. Nos llaman asesinos, a nosotros que desde hace años exigimos... imploramos por una Ley de Desarme porque no queremos a más amigos y familiares muertos. Me llaman Asesina, pero yo nunca he matado a nadie. Nunca apunté un arma, nunca empuñé un cuchillo.

Hoy el Consulado, por segundo día, permanece cerrado debido a los supuestos "actos vandálicos" que nunca tuvieron lugar. Estamos imposibilitados de hacer trámites, nos niegan nuestros derechos. Eso sí: nunca dijeron una sola palabra sobre las pintas y los grafittis que hicieron los grupos de izquierda argentinos cuando "su" comandante murió, o mejor dicho, cuando finalmente Nicolás Maduro tuvo las bolas de anunciárselo al país después de semanas mintiendo. Es probable que con el puente del 19 de abril, no abran sus puertas en toda la semana. En argentina, los venezolanos no tenemos representación. Más bien, un ente que nos castiga por opinar diferente. 

Sin derecho a la palabra, sin derecho al recuento de votos, sin derecho a protestar, y los que estamos afuera, además sin representación consular.

Pero los antidemocráticos fascistas somos nosotros.


viernes, 1 de febrero de 2013

Barcelona, la amante



Una pareja amiga recientemente viajó a Europa para pasar unos días de vacaciones. Su primera parada fue en Madrid, una ciudad que hasta en invierno resulta colorida. De ahí saltaron y alucinaron con la ajetreada Barcelona. Siguieron a la luminosa París antes de recorrer las calles de la histórica Roma, y de nuevo Madrid para luego regresar y que la realidad los cacheteara al bajar del avión en Maiquetía.

Para él, era su primera vez en Europa. Siendo de Maracaibo, y habiendo vivido un corto tiempo en Caracas, hasta ese momento había creído que LPG era su lugar ideal para vivir. Pero se encontró con el viejo continente, y eso le sirvió para ver que todavía no había encontrado su lugar, ese en el que le gustaría progresar, congeniar, vivir. Me dice firmemente que "Europa, en especial Madrid, es la muestra real, en términos de infraestructura y calidad de vida, de hacia dónde deben apuntar todas las naciones, las civilizaciones en la actualidad". Yo no sé si lo llevaría a tanto, porque no tengo mucho punto de comparación con el resto de las capitales europeas, pero sí debo decir que en Madrid una te vive feliz.

Nunca conocí Roma, ni me enamoré de París, y aunque vivía en Madrid, las ganas de mudarme a Barcelona nunca abandonaron mi cuerpo. Todavía hoy esas ganas están encendidas. A pesar de lo feliz que era en la capital ibérica, Barcelona siempre me atrapó como ningún otro lugar lo hizo, ni siquiera la nostálgica y furiosa Buenos Aires, en donde vivo actualmente.

Madrid te enamora a primera vista, pero Barcelona te seduce. Madrid es sinónimo de tranquilidad, estabilidad y seguridad.Es todo eso que en apariencia es perfecto, ordenado, estructurado, aun cuando no deja de ser hermosa. Pero le faltan emociones. Madrid es divina, sí, pero no te eriza la piel ni te mueve el piso. Tan sólo te embeleza lo suficiente para que te sientas cómodo.

En cambio, Barcelona, con su apariencia desordenada, desborda carisma y está llena de nichos fascinantes. Es arrebatada, dispersa. Es un poco loca, y siempre está presta en la búsqueda de una... o muchas pasiones.

Con Madrid te casas, y con Barcelona tienes un affair. Uno eterno. Barcelona es la amante que no puedes dejar, porque no la quieres dejar. De Barcelona te enamoras poco a poco si bien no lo quieres terminar de admitir. Ella te marea, te aturde, te sobrecoge y te hace sentir libre. Madrid te llama dulcemente, mientras que Barcelona te toma firmemente por la cabeza, y te besa apasionadamente, y siempre, SIEMPRE te deja con ganas de más.

Cada vez que recorres sus calles sientes la necesidad de quedarte más tiempo, de explorar más recovecos, de descubrir esas pequeñas cosas que no están a la vista de todos, quieres adueñarte de cada rincón, y hacerte parte de su paisaje. 

Y así nos pasa. Desde ese momento en el que nos vimos por primera vez en aquella escalera, yo me convertí en tu Barcelona. Soy la que te eriza los sentidos, la que te besa como nadie, la que no quieres tener, pero no dejas ir, la que no compartes, ni te atreves a amar. Soy tu libertad, tu escape, tu arrebato. tu amante. Para ti soy todo eso, pero soy mucho más, porque algo de Madrid, aunque te niegues a verlo, también tengo.

Soy tu debilidad, tu perdición.
Soy tu Barcelona.

miércoles, 16 de enero de 2013

Yo soy así, y nada más (Confesión Nº 3)


La vista desde casa. Linda, no?
  • Muchas veces quisiera no tener que ser fuerte. La vida pocas veces me lo permite.
  • Todavía me mueves el piso.
  • En los últimos meses han fallecido padres, abuelos y hermanos de personas cercanas a mí, y me ha caído la ficha de que nuestros padres no son inmortales. Me da miedo perder a los míos, no sabría qué hacer.
  • En diciembre empecé a ir a terapia con una psicóloga. Me lo estoy tripeando.
  • Finalmente estoy aprendiendo a mandar a gente pa'l carajo. Hay relaciones que no vale la pena hacer tanto esfuerzo para mantener.
  • Verte fue un error. Fue perfecto y delicioso como siempre, pero fue un error.
  • Igual no me siento culpable.
  • Me gusta que aún me cele, aunque no tenga ningún derecho a hacerlo.
  • Acabo de rechazar una posibilidad de empleo en Medellín. Todavía no estoy segura si fue porque soy congruente o porque soy una cagona.
  • Finalmente en marzo empiezo a estudiar Periodismo Deportivo. Me da un poquito de nervios porque aquí no puedo meter el paro de que sé de fútbol como hacía en Venezuela. Aquí la mayoría de la gente sabe en serio, y quiero estar a la altura (aunque por ahí me dicen que en otros aspectos, seguro les doy tres patadas).
  • Odio mis senos. Sí, los odio. Me incomodan, me estorban y estéticamente no me gustan. Quisiera que fuesen más pequeños.
  • Aún así, me gustaría hacerme una sesión de fotos de desnudos, tal vez algún día.
  • Viajo a Caracas unos días en febrero. Debo admitir que me da terror pensar en lo que me pueda encontrar allá.
  • Esta confesión trata más de miedos que de cualquier otra cosa.
  • También se trata un poco de él, porque me está partiendo la cabeza de nuevo.
  • De la semana que viene no pasa. Se viene el tatuaje.
  • No hay mejor vista que la de mi casa en Caracas. Se los prometo.
  • Odié la película "Babel". Sé que es buena, pero me desmoralizó a tal punto que la odié (esto viene a que el otro día la comentaba con amigos, y bueno, me acordé).

jueves, 27 de diciembre de 2012

Sylvia Fine, o de cómo mi madre se obsesiona



Hace año y medio dejé Caracas para venir a buscarme la vida en Buenos Aires, pero ésta no ha sido la primera vez. De hecho, es la tercera vez que dejo la casa de mi madre en los últimos 7 años. Dos de ellas regresé, espero que ésta, la tercera, sea finalmente la vencida. Estoy segura que Madre también espera lo mismo. ¿Me lo ha dicho? No, pero claramente lo desea, tanto como yo.

La primera vez que dejé el nido fue apenas terminé la Universidad, para irme a trabajar a un pueblo olvidado por Dios, pero altamente transitado y querido por la guerrilla colombiana, mi extrañada Guasdualito. Al terminar mi contrato un año después, regresé a Caracas, y con la vuelta empezaron presiones que creí olvidadas.

Cada vez que alguna amiga anunciaba su compromiso o me llegaba alguna invitación a una boda, automáticamente resonaba, con la musiquita estresante de Globovisión de fondo, la voz de mi madre preguntando no muy alegremente «¿y tú para cuándo?». Lo que toda mujer de veintitantos y sin pretendientes quiere escuchar...

Pero ni aún cuando me fui a Madrid ni cuando me vine a Buenos Aires me logré liberarme de la presión maternal para encontrar marido. La despedida de Madre en Maiquetía en 2008 cuando me largué a estudiar un Master (del Universo) fue literalmente un «Hija, muchos éxitos, que disfrutes y aprendas mucho y que te consigas un marido español». Me gradué con un promedio alto, aprendí bastante en la vida y en lo académico y eso sí, disfruté y eché vaina que jode, pero más allá de un fling con un andaluz divino, y de unos meses de amor intenso con quien ahora es el ex que me dejó el peor despecho, no estuve ni cerca de conseguir al marido español... ni venezolano, ni argentino, ni italiano ni ná. 

El saludo de «Feliz Año» del años pasado - Ya instalada en Argentina- fue bastante parecido: que sea un año maravilloso bla bla bla, que tengas muchos éxitos bla bla, que logres todo lo que te propongas bla bla bla y que consigas novio. Respira hondo, cuenta hasta 10, o hasta 100. Responde con candor «Feliz año para ti también, mamá». 

Parece que las madres sienten que sus vidas se van a través de nosotras, que tenemos que casarnos y tener hijos para que ellas se sientan realizadas, o algo así. «Ay, pero mira a ese muchacho tan guapo, tan simpático... y es médico! Deberías empatarte con él, es un partidazo!». A veces ni siquiera dicen «empatarte», sino de una «casarte» y es ahí cuando ruego que la semilla de la fruta que sea que esté comiendo se me atore en la garganta y me lleve.

Aunque no puedo negar que la última de Madre fue en partes iguales ofensiva y divertida. Les cuento para que se lo gocen:

Un día mi señora madre decide llamarme desde Caracas, por celular, a Buenos Aires. «Hola hija, cómo estás? - Bien , tranqui, en casa... ¿tú? - No, no... ¿cómo estás? ¿Estás gorda, estás flaca...? - ... - Es que Gabs (mi primo) tiene un amigo que se fue a vivir a Buenos Aires y te lo quiere presentar y bueno, quería saber si estabas linda como para conocerlo, pues! - Ehm... Uhm... (todavía estoy incrédula). Y no sé, mamá, normal supongo. Habré engordado y rebajado y así voy, qué sé yo! - Ay hija, es que quiero saber si estás presentable - ... -». 

Pues aparentemente, si no estoy flaca, vestida de punta en blanco y con el pelo y las manos de peluquería todos los días, no seré capaz de conseguir marido por mi cuenta, o al menos, algo así entendí de esa conversación, no sé ustedes. Pero no terminó ahí, porque ahora es que viene lo realmente gracioso, cuando Madre me vuelve a llamar, dos días después:

«Hola hija, todo bien? - Sí, ma, todo bien. - Ay, sabes que Gabs hizo una cena ayer y tu tía me cuenta que le quedó buenísima y que el "Chupacabras" es divertidí... - EL WHAT??? - El Chupacabras. - Mamá, ¿quién o qué corno es el Chupacabras? - El amigo de Gabs que vive en Buenos Aires que te queremos presentar! - Hmmm...».  Entonces yo tengo que estar flaca, presentable linda bella y preciosa para El Chupacabras. Ok, vale.

Ojo, que además de esto, también deja mensajes, como quien no quiere la cosa, con mis amigas. Hace pocos meses una amiga de toda la vida se vino a estudiar a Argentina y el día que la vi me dijo «Amiga, tu mamá quiere nietos, me lo dijo el otro día». Bueno, tengo un hermano de 30 años, él podría colaborar un poquito con la causa y quitarme presión a mí, no? Eduardo, si estás leyendo esto, ya sabes qué hacer. Sé buen hermano y dale un nieto a tu madre.

En lo que a mí respecta, no me pienso estresar.

jueves, 18 de octubre de 2012

#BithdayWishlist 2012


El 7-O, a exactamente un mes de mi onomástico, comencé a hacer mi lista de cosas que me gustaría que me regalaran, y he ido publicando cositas en Facebook y Twitter bajo el hasttag #BirthdayWishlist.

El primer deseo cumpleañero que tuve, fue para toda la población venezolana: Que votaran por el progreso y por una mejor Venezuela. 6 millones y medio de personas lo hicieron. Eterno agradecimiento a esas personas.

Aquí iré dejando esas cositas que me encantan, pero que por una u otra razón, nunca termino de comprarme, y finalmente, me quedo con las ganas. Son cosas útiles, y otras no tanto, pequeños gadgets geeks y detallitos cuchis. La lsita la iré actualizando conforme me vaya acordando de cosas. Aquí va:

1.- Entrada para el concierto de PULP el 21 de noviembre. Ya la tengo :)

2.- Finalmente tengo una linda variedad de tés que he ido comprando y que me han ido regalando, pero no tengo una taza cool dónde tomarlos. Ésta me encantó: 
y se consigue en Thinkgeek.com. También esto para hacerle juego :).

3.- La muñeca de Lila Morillo. Es en serio.

4.- En Madrid vi una vez un peluche de Cálico Electrónico que amé. No lo compré en el momento y luego no lo vi más. Me arrepiento. También sirve de monstritos o de Yoda.

5.- Finalmente me decidí por un tatuaje (madre, cálmate y acéptalo). Ya la hermosa y talentosísima Ina me lo está diseñando :).

6.- En esa misma onda, por ahí Cris7ian me dijo que me hará un dibujito personalizado :).

7.- Libros!

8.- Infaltable: Camiseta de la Vinotinto, y por supuesto, la del Caracas Fútbol Club.

9.- Un calendario Pinup.

10.- Una de estas: 


11.- Gift Cards de Victoria's Secret, Amazon y Forever 21.

12.- Un rimel bueno, de esos que me dejen unas pestañas que hasta la Pata Daisy envidiaría.

13. Me hace falta una linda y buena cartera!

14.- Será muy sarpado (sí, es con "S", no con "Z". Error común) pedir una licuadora?

15.- ...O una mesa para planchar?



Continuará...

viernes, 12 de octubre de 2012

Después de caer, nos levantamos, nos limpiamos las rodillas y seguimos




Hace unos meses, cuando Leopoldo López decidió retirar su candidatura de las primarias de la oposición venezolana, a pesar de sentirme decepcionada por ya no tener la opción de votar por "mi gallito", pero aún así, me pareció una decisión sensata y beneficiosa para quienes queremos un cambio en nuestro país.

Recuerdo que en ese momento pensé "pues nada, será votar por Capriles, aunque no me termine de convencer". Lo pensé un poco resignada, pero convencida de que entre las opciones que quedaban, ésta era la mejor. Llegaron las primarias de la oposición y Henrique Capriles arrasó en votos con los demás candidatos, y ahí se empezó a construir la base de un sueño de millones de venezolanos que queremos un cambio.

Cuando comenzó la campaña, en la que muchísimos amigos y conocidos trabajaron activamente, y en la que yo, de estar en Venezuela, hubiera participado, estaba convencida de que el camino iba a ser largo y difícil. El abuso que hace el gobierno de los recursos del Estado, la campaña de miedo, la violencia y muchas otras realidades que enfrentamos, darían razón suficiente para desistir, o por lo menos, para no seguir con tanto empeño, para no arriesgarse a penetrar zonas "rojas" del país.

Pero, en cambio, el efecto fue el contrario. La gente se animaba cada vez más y participaba más activamente llevando el mensaje del proyecto de país que nos presentaba Henrique, y, finalmente, a mí me convenció, no de votar por él, porque ya tenía mi voto, pero sí de que su proyecto es el que más se acerca a lo que yo quiero para mi país.

 Lamentablemente esta vez, no logramos el objetivo, pero, aún perdiendo, ganamos muchísimo. 6 millones y medio de personas votamos por un proyecto en el creemos. Por primera vez, desde que tengo edad para votar, voté a favor de alguien, y no en contra de alguien. Voté orgullosa por Henrique, y no me cabe la menor duda de que lo volvería a hacer. Henrique, y todos los que trabajaron con él, nos devolvieron la esperanza y, con ella, las ganas de luchar por el país: la Venezuela que todos queremos, por "La Mejor Venezuela".

También siento un profundo agradecimiento hacia todas esas personas que durante meses recorrieron Venezuela llevando este proyecto a cada rincón, principalmente a Gaby, que creo que fue la mejor vocera que pudo tener esta campaña. Varo, Edgar, Manuel, Melecio, Rosa, Gonzo, Chacho, Maraco, Leopoldo, Freddy, los que trabajaron e el exterior y todos los que hicieron esfuerzos sobrehumanos para poder llegar a tiempo a sus centros de votación y dejar su marca: el país tiene mucho para agradecerles. Yo tengo mucho que agradecerles.

El lunes pasé el día entero en cama. Me desperté a las 7 de la mañana. Amanecí con los ojos hinchados de llorar la noche anterior y  no me levanté hasta las 4 de la tarde. Era necesario. Era justo. Era el tiempo necesario para empezar a comprender lo que había pasado. Ya está. Ya lo asimilé. Ya lo hemos asimilado algunos. Nos levantamos, nos limpiamos las rodillas y seguimos adelante. No vale rendirse. No vale bajar los brazos. Con más razón hay que seguir buscando el camino.

Venezuela nos necesita.


jueves, 11 de octubre de 2012

Así viví el 7-O




Después de semanas de ansiedad, finalmente llegó el día en el que millones de venezolanos saldrían a decidir su futuro. Desde horas antes de la apertura de mesas, ya se veían largas colas de votantes madrugadores y entusiasmados. Yo voté en el Consulado venezolano en Buenos Aires. El proceso fue ágil y sin contratiempos.  Voluntarios de Voto Joven ayudaban a mantener el orden y a facilitar el proceso para los electores. Voté en 15 minutos. La mayor decepción fue al ver que no tenían tinta indeleble, por lo que no podía mostrar mi meñique morado con orgullo, así que Gastón y yo buscamos un bolígrafo y nos los pintamos.

En los alrededores del centro no faltaban quienes vieron la oportunidad de negocio y y aprovecharon para traernos un poco de nuestra extrañada gastronomía y vendían empanadas, arepas, cachapas, jugo de parchita y tamarindo, papelón con limón y hasta guarapita. El ambiente es alegre, la gente está optimista, aunque consciente de que va a ser una contienda bastante reñida, no en el exterior, pero sí en los centros de votación en Venezuela.

Volví al Consulado pasadas las 7 de la noche, y me encontré con algo qué me llamó la atención. Un grupo de personas ataviadas con banderas se encontraban manifestando del otro lado de la avenida. No eran banderas de Venezuela  por el contrario, eran banderas de "movimientos sociales" argentinos pro gobierno. Muchos nos preguntábamos qué hacían allí, ya que para nosotros no tenía sentido su presencia.

Pocos minutos después, los teníamos prácticamente encima, lo único que nos separaba de ellos era una valla metálica movible.Nos gritaban consignas, entre el conocido "Uh-Ah", cantos a favor de Chávez, Cristina y Fidel, y los insultos a los que ya estamos acostumbrados - que no internalizados -. "Escuálido traidor", "Yankee HDP", o mejor dicho, "shankee", pronunciado en perfecto argento. Banderas del Che, de Cuba y si acaso una o dos banderas venezolanas. Un completo sinsentido

Nuestra postura fue la de no caer en provocaciones. No responder, ignorar. Al fin y al cabo, los que votamos fuimos nosotros. Los que decidimos fuimos nosotros. Sin embargo, de a momentos, y en medio de tanta tensión, informaciones cruzadas sobre resultados posibles y ansiedad, algunos respondían con un "ocúpense de su país, estas elecciones son nuestras, no de ustedes".

Fue una experiencia realmente indignante que personas que no saben nada o que saben muy poco de nuestro país, hayan "decidido" (entre comillas porque no fueron por iniciativa propia) a tratar de amedrentarnos, a inmiscuirse en asuntos que nos concernían sólo a los venezolanos. O es que acaso cuando hay elecciones en Argentina, van grupos radicales de venezolanos a amedrentarlos a su consulado? Nunca he visto que eso pase en mi país, por eso no me cabe en la cabeza que pase aquí. Es indignante y una falta de respeto.

No podía dejar de preguntarme qué sentirían todas esas personas si nosotros llegáramos a gritarles en la cara un "viva Ménem!", o peor aún, un "viva Videla!". Así nos sentimos los venezolanos cuando estas personas, que se venden por un par de pesos, nos gritan convencidos "viva Chávez" en la cara. Su respuesta, sin duda alguna, hubiera sido violenta.

Finalmente, y después de hablar con amigos en Caracas que formaron parte del comando de campaña de Henrique que me aseguraban que habíamos perdido, tristes, y con un sentimiento de derrota, decidimos irnos. Si ya la situación era tensa, no queríamos estar ahí para cuando nos anunciaran los resultados con gente burlándose en insultándonos mientras rompíamos en llanto.

Camino a casa de un amigo, recibí dos mensajes: uno de Aldo (mi jefe) y el otro de Damián. Ambos decían lo mismo: "lo siento". Nos cruzamos con una pantalla de televisión en un café que nos confirmó lo que todavía nos parecía increíble. ¿Cómo era posible? ¿Cómo es posible que después de 14 años de desaciertos, de corrupción, de ineficiencia, de inseguridad, de polarización, de apagones, cortes de agua, puentes caídos, refinerías que explotan, calles que se hunden, niños que viven en la calle, secuestros, narcotráfico... muerte, haya gente que siga apostando por esta opción? No lo entiendo, pero es así. Es nuestra realidad.

Despues de horas negación, pasé al duelo. El lunes fue feriado en Argentina, así que no tuve necesidad de levantarme de la cama en todo el día. Pasé el guayabo en pijama y con comida delivery, ojos hinchados y el pelo sucio de no haberme bañado hasta el final de la tarde. Ya está. Los resultados son los que son. ?Y ahora? Ahora a seguir trabajando, a seguir apostando por la alternativa, a no tirar por tierra el trabajo hecho, ni los espacios ganados, porque sigo convencida de que tarde o temprano, llegaremos. Hay un camino.