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miércoles, 17 de abril de 2013

"La Embajada es mía, Soy Venezolana"


El pasado domingo, tal como hice en Octubre, me levanté temprano, me di un duchazo, puse a colar un café que quedó medio aguado y que a medias cumplió el difícil objetivo de despertarme, y me fui, cédula en mano, a ejercer mi derecho al voto.

Igual que en octubre, teníamos pensado regresar al Consulado a esperar los resultados, pero esta vez, previamente advertidos de la presencia de varios grupos de izquierda argentinos que apoyan al actual gobierno venezolano -por ilegítimo que sea-, decidimos no caer en provocaciones, no ponernos en riesgo, y optamos por reunirnos en casa de un amigo. Todavía no creemos las palabras que salieron de boca de Tibisay Lucena al anunciar que el proceso electoral se llevó a cabo "sin irregularidades" y que con un 1% y faltando votos por escrutar (incluidos los del exterior), había una tendencia irreversible a favor del candidato oficialista.

Hoy todavía no creo en sus palabras, y por eso decidí acompañar a otros compatriotas que residen en Argentina para alzar nuestra voz y mostrar nuestro descontento.

Así, atendiendo el llamado de Henrique Capriles a tocar las cacerolas a las 8 de la noche (Ven), acudimos al Consulado, y a las 9:30 empezó nuestro cacerolazo. Ahí estuvimos, tranquilos pero firmes, dándole palo a esas ollas y coreando consignas a favor de una auditoría. Nada más. Después de un par de horas llegamos a la Avenida Santa Fe con el único propósito de tener visibilidad para difundir nuestra postura. Éramos, calculo yo, unas doscientas personas. En ningún momento alteramos el orden, rayamos paredes, rompimos cosas o siquiera tocamos las puertas del edificio de la Embajada. De hecho, nos mantuvimos detrás del cercado que la separa con la calle.

Al final de la noche, decidimos que al día siguiente haríamos lo mismo, de la misma manera: pacífica y cívicamente. No pudimos. O al menos no en el único lugar que tenemos para ello, ya que desde la misma Embajada de Venezuela, aquella que debe representarnos, esa que debe proteger nuestros derechos, ya había convocado a través de su cuenta de twitter a los mismos grupos de izquierda que las noches del 7-O y  y 14-A estaban ahí, amedrentando es insultando a los venezolanos que queremos un cambio. Decidimos manifestarnos igual, pero a distancia de nuestro único pedacito de territorio en Argentina.

Estos grupos fueron acercándose de a poco al lugar en el que manifestábamos, y los pocos que lograron pasar el cordón policial, con una actitud desafiante nos gritaban "golpistas", "fascistas" y "asesinos".

Golpistas, a nosotros, que únicamente pedimos un conteo manual de los votos, porque tenemos razones suficientes para creer que hay discrepancia. Golpistas a nosotros que ejercemos nuestro derecho a la protesta - siempre pacífica -. Golpistas porque nos negamos a aceptar un gobierno ilegítimo. Golpistas a nosotros, mientras aquel que ya no está se hizo famoso precisamente por llevar a cabo un golpe de Estado a un gobierno democráticamente electo.

Nos llaman fascistas por las mismas razones. Fascistas mientras en la Asamblea Nacional Diosdado Cabello niega el derecho de palabra a los parlamentarios de oposición y destituye a los que presiden las diferentes comisiones sólo porque le da la gana. Fascistas, mientras Andrés Izarra  amenaza a la población civil con enviarles motorizados armados si se atreven a manifestar o Maripili Hernández sugiere que cuentan con 375 mil combatientes. Nos llaman fascistas, pero defienden a ultranza a un militar que estuvo más de 14 años en el poder, y a su heredero, aún a pesar de odiar a los militares de su propio país. Fascistas, a nosotros que sonamos unas ollas y pedimos un recuento de votos. 

¡Asesinos, asesinos! Con una ligereza que deja atónito a cualquiera y sin contemplación alguna, nos llaman "asesinos", a nosotros, que venimos armados con una bandera, una cacerola y nuestras voces. Nos llaman asesinos, mientras en nuestro país la Guardia Nacional dispara contra manifestantes. Nos llaman asesinos, a nosotros que desde hace años exigimos... imploramos por una Ley de Desarme porque no queremos a más amigos y familiares muertos. Me llaman Asesina, pero yo nunca he matado a nadie. Nunca apunté un arma, nunca empuñé un cuchillo.

Hoy el Consulado, por segundo día, permanece cerrado debido a los supuestos "actos vandálicos" que nunca tuvieron lugar. Estamos imposibilitados de hacer trámites, nos niegan nuestros derechos. Eso sí: nunca dijeron una sola palabra sobre las pintas y los grafittis que hicieron los grupos de izquierda argentinos cuando "su" comandante murió, o mejor dicho, cuando finalmente Nicolás Maduro tuvo las bolas de anunciárselo al país después de semanas mintiendo. Es probable que con el puente del 19 de abril, no abran sus puertas en toda la semana. En argentina, los venezolanos no tenemos representación. Más bien, un ente que nos castiga por opinar diferente. 

Sin derecho a la palabra, sin derecho al recuento de votos, sin derecho a protestar, y los que estamos afuera, además sin representación consular.

Pero los antidemocráticos fascistas somos nosotros.


viernes, 12 de octubre de 2012

Después de caer, nos levantamos, nos limpiamos las rodillas y seguimos




Hace unos meses, cuando Leopoldo López decidió retirar su candidatura de las primarias de la oposición venezolana, a pesar de sentirme decepcionada por ya no tener la opción de votar por "mi gallito", pero aún así, me pareció una decisión sensata y beneficiosa para quienes queremos un cambio en nuestro país.

Recuerdo que en ese momento pensé "pues nada, será votar por Capriles, aunque no me termine de convencer". Lo pensé un poco resignada, pero convencida de que entre las opciones que quedaban, ésta era la mejor. Llegaron las primarias de la oposición y Henrique Capriles arrasó en votos con los demás candidatos, y ahí se empezó a construir la base de un sueño de millones de venezolanos que queremos un cambio.

Cuando comenzó la campaña, en la que muchísimos amigos y conocidos trabajaron activamente, y en la que yo, de estar en Venezuela, hubiera participado, estaba convencida de que el camino iba a ser largo y difícil. El abuso que hace el gobierno de los recursos del Estado, la campaña de miedo, la violencia y muchas otras realidades que enfrentamos, darían razón suficiente para desistir, o por lo menos, para no seguir con tanto empeño, para no arriesgarse a penetrar zonas "rojas" del país.

Pero, en cambio, el efecto fue el contrario. La gente se animaba cada vez más y participaba más activamente llevando el mensaje del proyecto de país que nos presentaba Henrique, y, finalmente, a mí me convenció, no de votar por él, porque ya tenía mi voto, pero sí de que su proyecto es el que más se acerca a lo que yo quiero para mi país.

 Lamentablemente esta vez, no logramos el objetivo, pero, aún perdiendo, ganamos muchísimo. 6 millones y medio de personas votamos por un proyecto en el creemos. Por primera vez, desde que tengo edad para votar, voté a favor de alguien, y no en contra de alguien. Voté orgullosa por Henrique, y no me cabe la menor duda de que lo volvería a hacer. Henrique, y todos los que trabajaron con él, nos devolvieron la esperanza y, con ella, las ganas de luchar por el país: la Venezuela que todos queremos, por "La Mejor Venezuela".

También siento un profundo agradecimiento hacia todas esas personas que durante meses recorrieron Venezuela llevando este proyecto a cada rincón, principalmente a Gaby, que creo que fue la mejor vocera que pudo tener esta campaña. Varo, Edgar, Manuel, Melecio, Rosa, Gonzo, Chacho, Maraco, Leopoldo, Freddy, los que trabajaron e el exterior y todos los que hicieron esfuerzos sobrehumanos para poder llegar a tiempo a sus centros de votación y dejar su marca: el país tiene mucho para agradecerles. Yo tengo mucho que agradecerles.

El lunes pasé el día entero en cama. Me desperté a las 7 de la mañana. Amanecí con los ojos hinchados de llorar la noche anterior y  no me levanté hasta las 4 de la tarde. Era necesario. Era justo. Era el tiempo necesario para empezar a comprender lo que había pasado. Ya está. Ya lo asimilé. Ya lo hemos asimilado algunos. Nos levantamos, nos limpiamos las rodillas y seguimos adelante. No vale rendirse. No vale bajar los brazos. Con más razón hay que seguir buscando el camino.

Venezuela nos necesita.


jueves, 11 de octubre de 2012

Así viví el 7-O




Después de semanas de ansiedad, finalmente llegó el día en el que millones de venezolanos saldrían a decidir su futuro. Desde horas antes de la apertura de mesas, ya se veían largas colas de votantes madrugadores y entusiasmados. Yo voté en el Consulado venezolano en Buenos Aires. El proceso fue ágil y sin contratiempos.  Voluntarios de Voto Joven ayudaban a mantener el orden y a facilitar el proceso para los electores. Voté en 15 minutos. La mayor decepción fue al ver que no tenían tinta indeleble, por lo que no podía mostrar mi meñique morado con orgullo, así que Gastón y yo buscamos un bolígrafo y nos los pintamos.

En los alrededores del centro no faltaban quienes vieron la oportunidad de negocio y y aprovecharon para traernos un poco de nuestra extrañada gastronomía y vendían empanadas, arepas, cachapas, jugo de parchita y tamarindo, papelón con limón y hasta guarapita. El ambiente es alegre, la gente está optimista, aunque consciente de que va a ser una contienda bastante reñida, no en el exterior, pero sí en los centros de votación en Venezuela.

Volví al Consulado pasadas las 7 de la noche, y me encontré con algo qué me llamó la atención. Un grupo de personas ataviadas con banderas se encontraban manifestando del otro lado de la avenida. No eran banderas de Venezuela  por el contrario, eran banderas de "movimientos sociales" argentinos pro gobierno. Muchos nos preguntábamos qué hacían allí, ya que para nosotros no tenía sentido su presencia.

Pocos minutos después, los teníamos prácticamente encima, lo único que nos separaba de ellos era una valla metálica movible.Nos gritaban consignas, entre el conocido "Uh-Ah", cantos a favor de Chávez, Cristina y Fidel, y los insultos a los que ya estamos acostumbrados - que no internalizados -. "Escuálido traidor", "Yankee HDP", o mejor dicho, "shankee", pronunciado en perfecto argento. Banderas del Che, de Cuba y si acaso una o dos banderas venezolanas. Un completo sinsentido

Nuestra postura fue la de no caer en provocaciones. No responder, ignorar. Al fin y al cabo, los que votamos fuimos nosotros. Los que decidimos fuimos nosotros. Sin embargo, de a momentos, y en medio de tanta tensión, informaciones cruzadas sobre resultados posibles y ansiedad, algunos respondían con un "ocúpense de su país, estas elecciones son nuestras, no de ustedes".

Fue una experiencia realmente indignante que personas que no saben nada o que saben muy poco de nuestro país, hayan "decidido" (entre comillas porque no fueron por iniciativa propia) a tratar de amedrentarnos, a inmiscuirse en asuntos que nos concernían sólo a los venezolanos. O es que acaso cuando hay elecciones en Argentina, van grupos radicales de venezolanos a amedrentarlos a su consulado? Nunca he visto que eso pase en mi país, por eso no me cabe en la cabeza que pase aquí. Es indignante y una falta de respeto.

No podía dejar de preguntarme qué sentirían todas esas personas si nosotros llegáramos a gritarles en la cara un "viva Ménem!", o peor aún, un "viva Videla!". Así nos sentimos los venezolanos cuando estas personas, que se venden por un par de pesos, nos gritan convencidos "viva Chávez" en la cara. Su respuesta, sin duda alguna, hubiera sido violenta.

Finalmente, y después de hablar con amigos en Caracas que formaron parte del comando de campaña de Henrique que me aseguraban que habíamos perdido, tristes, y con un sentimiento de derrota, decidimos irnos. Si ya la situación era tensa, no queríamos estar ahí para cuando nos anunciaran los resultados con gente burlándose en insultándonos mientras rompíamos en llanto.

Camino a casa de un amigo, recibí dos mensajes: uno de Aldo (mi jefe) y el otro de Damián. Ambos decían lo mismo: "lo siento". Nos cruzamos con una pantalla de televisión en un café que nos confirmó lo que todavía nos parecía increíble. ¿Cómo era posible? ¿Cómo es posible que después de 14 años de desaciertos, de corrupción, de ineficiencia, de inseguridad, de polarización, de apagones, cortes de agua, puentes caídos, refinerías que explotan, calles que se hunden, niños que viven en la calle, secuestros, narcotráfico... muerte, haya gente que siga apostando por esta opción? No lo entiendo, pero es así. Es nuestra realidad.

Despues de horas negación, pasé al duelo. El lunes fue feriado en Argentina, así que no tuve necesidad de levantarme de la cama en todo el día. Pasé el guayabo en pijama y con comida delivery, ojos hinchados y el pelo sucio de no haberme bañado hasta el final de la tarde. Ya está. Los resultados son los que son. ?Y ahora? Ahora a seguir trabajando, a seguir apostando por la alternativa, a no tirar por tierra el trabajo hecho, ni los espacios ganados, porque sigo convencida de que tarde o temprano, llegaremos. Hay un camino.