jueves, 2 de mayo de 2013

La Sub-17: Otro triunfo mal adjudicado - El deporte sigue politizado.

Hace unos días escribí un corto ensayo para mi clase de Expresión Escrita del ISEC sobre cómo en Venezuela el gobierno ha aprovechado los triunfos deportivos para utilizarlos como parte de una campaña de auto-prestigio y de propaganda, olvidando que el esfuerzo, la dedicación, la constancia y el talento es exclusivo de los deportistas, y así debe ser reconocido. 

Al día siguiente de entregar mi ensayo, el combinado nacional Sub-17 de fútbol regresaba de participar en el torneo Sudamericano de la categoría, clasificado al próximo mundial y como merecidos sub campeones. El gobierno, ni corto ni perezoso, tomó esto como otro "gran logro de la revolución". Rafael Dudamel, un maestro respondió "Venezuela somos todos".

Aquí les dejo el ensayo, a propósito de lo visto el martes pasado con los chicos de la Sub-17:



La Politización del Deporte en Venezuela

Venezuela es un país que en los últimos años se ha visto altamente politizado. No sólo en el ámbito que compete a quienes ejercen funciones públicas. Lo vemos a diario en la sociedad, que cada vez más participa, opina y se involucra en política. También se hace evidente en otros ámbitos, como el cultural y, por supuesto, en el deportivo.

La politización del deporte no es un fenómeno exclusivo de Venezuela. De hecho, no es siquiera exclusivo de América Latina. En España, por ejemplo, se hace evidente en cada final de la Copa del Rey cuando alguno de los finalistas es un equipo catalán o uno vasco. Se pita el himno español ante la presencia del Jefe de Estado o de quien vaya en su representación. Un hecho curioso para extranjeros, que no entienden bien por qué los ciudadanos de un país pitan a su propio himno. En ese caso son los ciudadanos con aspiraciones independentistas, pero hay otros en los que es el mismo Estado o, más raro aún, los mismos deportistas los que mezclan la política con el deporte.

Es muy común que el Estado se adjudique los triunfos de los deportistas venezolanos para tratar de atribuirlos a un proyecto político. La utilización de los éxitos de los deportistas de élite para reivindicar otros aspectos, sobretodo políticos, está totalmente fuera de lugar, pero no es fuera de lo común. Eso sí, mientras no sean exitosos, no cuentan con apoyo gubernamental. Menos aún quienes abiertamente expresan una postura política contraria a quienes detentan el poder. Tal es el caso de la ciclista olímpica Daniela Larreal, quien tuvo numerosos problemas para poder asistir a los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 por no tener acceso a divisas debido al control de cambio existente en el país desde hace 10 años.

Ruben Limardo, esgrimista olímpico que obtuvo la única presea de oro para el país caribeño en Londres tuvo problemas similares, aunque no por su postura política. No fue sino hasta que se coronó campeón olímpico que el gobierno comenzó a brindarle su apoyo, y él de vuelta al gobierno. Vale acotar que desde entonces no ha vuelto a presentar problemas para la obtención de divisas para entrenarse y competir.
Como estos, en Venezuela existen muchísimos otros casos claros de cómo la política puede incidir en el desarrollo de un deportista, de un club deportivo, o incluso de un torneo internacional. A lo largo de este ensayo nos concentraremos en dos casos particulares que son emblemáticos: el del Unión Atlético Maracaibo, y el de la Copa América de 2007.

El Unión Atlético Maracaibo es un equipo de fútbol venezolano establecido en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, en el occidente del país. Actualmente se encuentra en quiebra debido a malos manejos del Grupo América, a quienes fue cedido el club y luego lo utilizaron para crear otro club en Maracaibo.
El club había nacido en 2001 con el impulso del entonces Alcalde de Maracaibo, Giancarlo Di Martino, y fue apalancado por la inyección de capital de la Alcaldía, por lo que contaba con una fuente inagotable de fondos – públicos – que lo llevó a convertirse en un equipo millonario. Tanto es así, que en 2002 adquiere los derechos deportivos de Zulianos FC para jugar en la primera división. 

Bajo la gestión del despacho municipal el UAM se convierte en un equipo adinerado y comienza a armar una plantilla competitiva con lo más granado tanto del mercado local como internacional, con fichajes que casi ningún otro club en el territorio nacional tenía capacidad económica de hacer. En 2005 obtiene su primer título nacional y en las siguientes temporadas sigue blindando su plantilla con futbolistas altamente pagados.

No dejó de causar gran revuelo mediático – e innumerables críticas – cuando el 30 de diciembre de 2005, el Alcalde Di Martino, firmó la resolución 1.633, en la que daba instrucciones a sus dependencias de otorgarle al Unión Atlético Maracaibo el estadio “Pachencho” Romero en comodato y además la recaudación de impuestos del municipio por concepto de bingos y casinos. Las asociaciones que hacían vida en el “Pachencho” entraron en pánico, pues temían ser desalojadas cuando el centro deportivo quedara en poder del UAM. Finalmente Eduardo Álvarez, el entonces viceministro de Deportes, fue quien tuvo la última palabra sobre el comodato y dijo “no” a la intención de Di Martino, con el fin de evitar inconvenientes entre las asociaciones. Por su parte, Yeitter Urdaneta, intendente municipal del Servicio Autónomo de Administración Tributaria (Samat) para entonces, aseguró que no se le podía dar curso a las instrucciones del Alcalde, pues no era legal. Indicó que el Samat sólo podía dirigir los recursos de la recaudación de impuestos a un solo destino: la Tesorería Municipal.
El UAM había conquistado su primer torneo corto en la temporada 2002-2003 y alzó su primera estrella en la 2004-2005 y tuvo una carrera brillante tanto en torneos nacionales como competiciones internacionales como la Copa Libertadores de América. Pero esto duró tan sólo unos pocos años.

Tras esa era de esplendor y sobre todo después de noviembre de 2008, al elenco occidental le cambió drásticamente la cara. Di Martino perdió la reelección a la Alcaldía de Maracaibo y, sin fondos, el cuadro de sus amores acabó en Segunda B y endeudado con muchos de los jugadores.

El caso del UAM es un testimonio claro de cómo el inyectar dinero de fondos públicos puede lograr que un club de fútbol sea exitoso al tener la posibilidad de hacer fichajes millonarios y de contar con instalaciones de alto nivel, pero una vez que pierde acceso a dichos fondos, se produce una crisis que culmina con la desaparición del equipo.

La Copa América

La XLII edición de la Copa América se realizó en Venezuela entre  el 26 de junio y el 15 de julio de 2007, siendo la primera vez que este país albergaba esta competición.

De los países miembros de la Conmebol, Venezuela ha sido tradicionalmente el país en el que el fútbol ha sido menos desarrollado. De hecho, recién se afilió a la Conmebol en 1952 y participó en el torneo continental por primera vez en la Copa América 1967. A pesar de ello, el gobierno venezolano decidió invertir cerca de 900 millones de dólares destinados en mayor parte al reacondicionamiento y construcción de estadios, algunos de los cuales aún no se han terminado.

En las fechas previas al desarrollo de la Copa, el país estaba que ardía. El cierre de RCTV, el mayor canal de televisión abierta del país, apenas un mes antes, había desatado protestas en todo el país, y la popularidad del Presidente Chávez decaía con velocidad. Tanto del lado del gobierno como del de la oposición se aprovechó el gran componente mediático que generaba la Copa para tomar visibilidad en la región. 

La atmósfera de los estadios estaba cargada políticamente, lamentablemente, más allá del colorido y la algarabía de los aficionados al “Deporte Rey”, pudieron escucharse cánticos con consignas a favor y en contra del Presidente venezolano.

Otro hecho notable fue el que tuvo que ver con la compra y adquisición de entradas. Muchos aficionados que habían comprado sus entradas con antelación a través de internet (que era el procedimiento establecido), se sintieron estafados al no haber recibido a tiempo las mismas para el partido correspondiente. Muchos tuvimos que comprar entradas revendidas a militares de alto rango y a más del doble y hasta el  triple de su valor original. Hubo personas que ni siquiera pudieron comprar entradas, ya que en su mayoría – hasta el 70% de las mismas – fueron reservadas por alcaldías y gobernaciones y luego repartidas entre sus trabajadores, con el fin de asegurarse una presencia masiva de simpatizantes del gobierno nacional para minimizar la visualización de quienes protestaban en contra.




Otra de las muestras de politización se vio en la campaña publicitaria del evento. Vallas en las que se promocionaba la Copa con la imagen del Presidente Hugo Chávez. Su rostro aparecía junto a gigantografías de las selecciones participantes, junto Guaky, la guacamaya roja y mascota de la Copa, y básicamente en todo lo que tuviera que ver con el evento. No puedo dejar de hacer alusión a  los mosaicos humanos formando el nombre del primer mandatario nacional en el Estadio Metropolitano de Mérida durante la inauguración del torneo, ni a su discurso proselitista y mucho menos a su presencia y participación en el sorteo de los grupos ante la mirada atenta de Nicolás Leóz, presidente de la CONMEBOL para la fecha.

Se conoce de sobra la repercusión que tiene la política en  casi todos los ámbitos de la vida en sociedad, y aunque para muchos parece inaceptable que tenga influencia también sobre la esfera del deporte, lo cierto es que resulta ingenuo pensar que colosal magnitud de su poder puede ensombrecer, incluso, a una disciplina excluyente, que pareciera que nada tiene que ver con ella.

Ya sea por apatía de los gobiernos traducida en falta de apoyo a atletas o bien por la instrumentalización del deporte como estrategia que aporta adeptos a cada sistema gubernamental, el deporte termina sufriendo consecuencias perjudiciales que entorpecen su desarrollo. Tal como llegó a afirmar el ex presidente estadounidense Gerald Ford, “un acontecimiento deportivo puede servir a una nación tanto como una victoria militar”.

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