domingo, 17 de mayo de 2015

Yo soy así, y nada más (Confesión Nº 5 - De por qué fallo olímpicamente)


  • Soy terca. Soy necia. Nunca quiero perder, y si no la gano, la empato.
  • Pero igual pierdo.
  • No quisiera perderlo.
  • Too late for that.
  • Requiero atención. Mucha. Estoy trabajando para mejorar eso. Me está costando un huevo. No me recriminen. Entiendan y bánquenme.
  • Necesito entender el porqué de las cosas. Por qué las personas no son coherentes con sus acciones y sus palabras, cómo funcionan ciertas cosas o por qué a veces no funcionan. No entender me vuelve loca. En serio, me come la cabeza. 
  • Tengo miedo de que no me quieran porque mis defectos pesen más que mis virtudes.
  • Me pongo insoportable cuando me está por venir. Lloro, me tomo todo personal, mis ya absurdos niveles de sensibilidad se intensifican y necesito mucho chocolate para sobrevivir.
  • Realmente quise que las cosas funcionaran con él. Tenía tantas ganas que lo arruiné. ¿Por qué? Porque me gusta que me paren bolas. Él también puso su grano de arena para joderlo. No pienso asumir toda la responsabilidad yo sola. Tampoco la boludez.
  • No sé estar en una relación. Sólo tuve una que fuera duradera, aunque han habido otras significativas. No sé muy bien por qué estuve la última y cómo duró lo que duró. No teníamos nada en común, él me tiraba abajo y la verdad no me sentía acompañada. De lo que sí estoy segura es que haberla terminado fue la mejor decisión que tomé en todo 2014.
  • Odio que en estos tiempos cibernéticos las relaciones se den a través de whatsapp. Así nacen, crecen y terminan muriendo rapidiiiiito. Casi siempre las jode el que cada quien le dé la entonación que le dé la gana a lo que escribe el otro. Cómo explicar que el problema no es lo que dije, sino lo que decidiste interpretar?
  • Hace unas semanas le compré una franela A-RRE-CHÍ-SI-MA porque sí, porque me provocó y yo hago las cosas porque me provoca. Ahora no sé qué hacer con ella. Soy medio boluda, vieron?
  • Estoy considerando volver a terapia. Bah, el neurólogo me mandó al psicólogo, so I guess I kinda have to.
  • Estoy por convencerme de que en otra vida fui una gran hija de puta con la gente. Sólo eso puede explicar por qué ahora, que trato de ser la mejor persona posible con los demás, de una u otra forma termine con los platos en la cabeza. It's karma, bitch!
  • Le doy demasiado valor a la gente que quiero. Les doy mucho y en en esa medida espero que me  correspondan. Error. Nunca hay que esperar anda de nadie. Eso me lo enseñó una persona a la que le di mucho, para la que siempre estuve, a la que siempre apoyé, y que decidió abandonarme porque no soy la persona que quiso que fuera. Fuck logic!
  • Si no me pudo aceptar como soy, entonces mejor que se haya ido.
  • I've always been too forgiving. En el último año he aprendido a mandar más a la mierda. Se pierden afectos, se gana tranquilidad.
  • Lo cortés no quita lo valiente. Si se incrustan esta idea en el cerebro, vamos a evitarnos muchos conflictos al pedo.
  • Me creí eso de "it's not a matter of "if", but "when". Did he actually mean it?
  • Este último conato de relación ha sido de lo más confuso. Nunca terminé de entender nada. Pero lo que digo es NADA.
  • Tampoco es que tengo derecho a quejarme. No éramos nada. Salimos poquísimas veces y casi todas acompañados de terceros. So why am I making a big deal out of it? 
  • Porque la pasamos genial siempre. Porque es divertido. Porque la química es increíble. Porque le gustaba abrazarme largo y fuerte. Porque ama Star Wars. Porque entiende y comparte lo que me hace sentir Barcelona. Porque su sonrisa me desarma. Porque ese primer beso me hizo temblar.
  • En el cara a cara era perfecto. En el chat not so much. Podía ser frío, indiferente, despreocupado. Entienden por qué odio whatsapp? So why am I making a big deal out of it? Volver al punto anterior.
  • Me duele no haberle valido siquiera una respuesta.
  • Still, quisiera verlo una última vez. I'm a moron, aren't I?

miércoles, 6 de mayo de 2015

No pudiste romperme

Me tomó muchos años y mucha fuerza poder escribir esta carta. No sé si algún día llegue a su destinatario. Quizás ya no sea tan importante. Lo que sí es liberador poder finalmente expresar en palabras lo que durante tantos años he mantenido encerrado. Las heridas necesitan sanar, y éste es mi modo.




Á.,

Han pasado doce años desde esa mañana de un lunes de primavera en la que nos encontramos después de cuatro vueltas al sol sin vernos. Confieso que tenía ganas de verte después de tanto y a pesar de aquel desencuentro la noche que nos conocimos. Me entusiasmaba la idea de sentarnos con una taza de café en la mano y sostener infinitas charlas existenciales entre las que se colaba alguna que otra trivialidad.

Recuerdo que fue una mañana deliciosa. El aire estaba fresco,el cielo despejado, el sol iluminando nuestras sonrisas. El parquecito de la esquina escuchaba todas las historias que nos contábamos. Todo era simple,bonito y perfecto.

Volvimos a tu casa por ese café. Y por los libros. Te morías por mostrarme los libros que recién habías comprado. Me encantaba ver lo maravillado que estabas al leerme fragmentos de sus páginas.

Finalmente había aprendido a confiar en ti. Tú y yo sabemos por qué antes era tan difícil y lo que costó llegar a este punto. Yo ese día creí que genuinamente querías que pasáramos un rato chévere juntos, como cualquier par de viejos conocidos, como había sido hasta ese momento del día.Un reencuentro después de años. Y ya.

Me besaste. Te dije que estaba saliendo con alguien y que no estaba dispuesta a poner en riesgo esa relación. Entendiste. O fingiste entender, porque menos de 10 minutos después me besaste de nuevo, esa vez sin sutilezas.

Hay días en que todavía siento el peso de tu cuerpo imponiéndose sobre el mío; la fuerza con la que sujetabas mis muñecas por detrás de mi espalda.En mi cabeza escucho con claridad tantos “¡para, por favor para!” que entre sollozos se iban debilitando. En pocos minutos rompiste mucho más que la confianza.

Durante meses me costó entender por qué lo habías hecho, porqué no saqué más fuerzas para detenerte, por qué luego, en un momento de letargo emocional, permití que caminaras a mi lado para acompañarme hasta mi trabajo, por qué guardé silencio. Hay mucho que todavía no entiendo.

Sé que durante mucho tiempo tú tampoco habías entendido que habías hecho algo mal, que me habías dañado, pero eso no te exculpa. Sé también, por algún amigo en común que un día finalmente lo entendiste, y sé que, aunque alguna vez dijiste quererme, poco te importó.

 Lo que sí aprendí con el tiempo fue a dejar de sentir vergüenza, a no disminuirme por algo que hiciste tú, a no temerte, a ser fuerte, a no dejar que tu violencia me definiera aunque haya influido en quién soy hoy. No pudiste romperme.

No sé dónde estarás ahora, o si lo que me hiciste se lo has hecho a alguien más. Espero que no. Espero haber sido yo la única. Espero que sacaras algún aprendizaje de todo esto.

No espero en cambio que me pidas perdón, Á., porque ya te he perdonado. 

EDIT 2022: No sé por qué en el pasado, queriendo dármelas de fuerte, insistí en "haberte perdonado", pero sabes qué? No soy tan gran persona. How soy más sincera: espero que el karma te caiga. 

sábado, 28 de febrero de 2015

El fenómeno del histeriqueo





Hay cosas sobre mudarte a otro país que no te enseñan en la escuela, ni vienen en el tríptico que te regalan en el puesto de información turística una vez que has pasado migraciones.

Nadie te explica, por ejemplo, que en ningún lugar que no sea Venezuela, puedes pedirte "un marrón" sin que te miren feo, porque ¿a quién se le ocurre que alguien pueda referirse al café cortado como "un marrón"? 

Tampoco te dan un manual en el que se te enseñen los rituales y técnicas locales de flirteo y conquista. Hace casi cuatro años que vivo en Buenos Aires, y todavía no le tengo la maña a los argentinos. Para empezar, hay una brecha cultural que algunos al principio no alcanzamos a percibir. Hay gestos que aquí son señal inequívoca de algo, mientras que en Caracas se leen literalmente. Por ejemplo, si en un local en Caracas un tipo me invita a bailar, una te baila par de canciones con él, agradece la invitación y regresa a su mesa, y el pana se va feliz porque echó un pie. Si en cambio le aceptas la misma invitación a un porteño en un boliche capitalino, tácitamente estarías aceptando que "da para darse". Pero ¿y si lo único que yo quiero es echar un pie? Entonces soy una histérica. Claramente manejamos códigos distintos.

Otra cosa que tampoco te cuentan es que no es tan fácil conocer gente en esta ciudad. Si conoces a un tipo en un bar, y pegan onda, lo más probable es que eso termine en un polvo y adiós luz que te apagaste. O si realmente se llevan bien, quizás salgan dos, tres o cuatro veces, todo vaya estupendamente bien y luego, no pasa nada más. Cero. Zip. Y adiós luz que te apagaste, porque aquí te aman un par de días y luego pierden el interés. Supongo que es porque una no los maltrata. Estoy convencida de que aquí les encanta que los traten mal, y por eso las argentinas nos ganan la partida a las extranjeras, que sí somos chéveres.

Les tengo una noticia, chicos: el "histeriqueo porteño" no es un fenómeno exclusivo de las minitas. Ustedes pueden llegar a ser tanto o más histéricos que ellas, al punto de que algunos seguramente deben estar clínicamente diagnosticado con bipolaridad.

Pongo como ejemplo, mi amigo Juan, a quien alguna vez le gusté (y obviamente también me gustó) y ahora se supone que no pero igual me vive lanzando miraditas juguetonas e indirectas nada sutiles. No viene a mi casa a tomar un café si no hay chaperón porque -and I quote- "es que si estamos vos y yo solos no voy a poder controlarme". Luego se hace el que no, y cuando lo llamo "histérico" dice que yo estoy delirando. Muchacho, ya estás grande, hacete cargo y admití que te gusto, aunque sólo sea para sacártelo del pecho.

Y si no quieres asumir tu barranco, no me calientes la pava. ¿Va?

Honestamente eso me saca de quicio, pero aquí parece ser normal. Es parte del juego de conquista. El histérico te seduce, te demuestra que se derrite por ti, te tienta constantemente, y en el momento en que decides pararle bolas, ah, no. Ya no. Desinterés y rechazo. Esto lo tienen que declarar formalmente como una psicopatía o algo, porque no puede ser que anden por la vida tan impunes haciendo que una quede como una idiota.

Una no es una idiota, ni una delirada que interpretó mal mínimas señales de simpatía. Es usted, Señor o Señorita Histeria que tiene un problema de ego y necesita calentar a los demás para sentirse importante.

En lugar de eso, mi recomendación personal es que aprovechen que ya captaron el interés del otro and get jiggy with it. Dejen de jugar, empiecen a disfrutar. 

En pocas palabras: terminen de salir de la pubertad.


jueves, 11 de diciembre de 2014

Voi. Sempre



Usted es el de siempre

El que tontea

El que me inspira

El que me pone los pies sobre la tierra

El que recuerdo cuando mojo mis labios en ron dulce

El que me quiere marear

El que adora mis regaños

El que me conoce mejor que nadie

El que siempre da en el clavo

El que me despierta los sentidos... y la mente

El que siempre me hará reír

El que siempre sabe qué decirme, cómo y cuándo.

El que me besó como nadie más supo hacerlo

El que me revuelve las neuronas y me desordena las ideas

El que hace que quiera ser mejor

El que siempre voy a extrañar

El que siempre voy a lamentar no tener a mi lado

El de las conversaciones perfectas

El adorable, querible y a la vez, desfachatado

El que me hizo escribir de nuevo, aunque sea para decirle esto

El que es y será mi error favorito, porque nunca voy haberme tropezado con usted las veces que hayan sido

El amante de Barcelona, porque ella es suya

El de los labios de miel, los ojitos tremendos y la boca inquieta

El que toda la vida recordaré

El que siempre voy a amar.

El que nunca me amará

Usted. Siempre usted.






lunes, 23 de diciembre de 2013

You live and you lose.

Este año ha sido raro, con lo bueno y con lo mano, con las ganancias y las pérdidas, con sus días felices y sus momentos en los que la tristeza parece insuperable. Hoy es uno de esos días.

No les ha pasado que hasta que no sienten dolor físico por una pérdida emocional no se dan cuenta de que realmente perdieron, I mean, for good? ¿No? ¿es sólo a mí? Bueno. Resulta que ayer supe que cuando una relación se daña, no importa cuánto hagas por arreglarla, nunca vuelve a su estado original, nunca vuelve a la normalidad, porque no depende de una que las cosas vuelvan a ser como eran antes, sino de que la otra persona quiera.

Las relaciones, del tipo que sean- son hermosas y perfectas mientras fluyen con naturalidad, mientra haya puntos comunes y química. Cuando una de las dos cosas se pierde -sobretodo si es la química- la relación empieza a ser forzada e incómoda hasta que finalmente pasa a un plano en el que deja de existir.

Hace unos días supe que habíamos caído en ese plano. Sí, cada tanto hablamos de alguna banalidad, buscando tema de conversación obligado, ya nada sale natural. Ya no sé de qué manera decir que extraño cómo éramos, o mejor dicho: ya no sé si vale la pena decirlo, porque sonaría demasiado gastado. Mientras insiste en que todo está bien, que nada ha cambiado y que está para mí cuando lo necesite, yo sé que la realidad es otra. Hoy no somos más que simples conocidos que alguna vez se conocieron muy bien.

¿Cómo lo supe? Porque sentí un dolor terrible en el cuerpo. Literalmente sentí un coñazo en el estómago y la consecuente falta de aire. Sentí que el corazón se me trataba de escapar del pecho por la boca, y hoy, casi una semana después, todavía siento ganas de vomitar. Es la manera nada sutil de mi cuerpo de decirme "nena, perdiste. Lo perdiste".

I'm kinda sad about it. ¿A quién engaño? I'm really depressed. Ando extrañando como loca y esperando a que pase no sé qué cosa que no va a pasar.

Nena, supéralo. Perdiste. Lo perdiste.

jueves, 5 de diciembre de 2013

domingo, 13 de octubre de 2013

¡Salud y gracias por el Hechizo!



Hace varios años, cuando apenas era una niña, tuve mi primer contacto con un mundo maravilloso y perfecto en el que cualquiera podía ser todas y cada una de las cosas que podría haber soñado, visitar lugares fantásticos y vivir las más increíbles aventuras todo desde una pequeña sala en el sótano del colegio Champagnat.

Unos amigos me habían invitado a ver una obra de teatro estudiantil que les habían recomendado. La pequeña sala estaba repleta. En el escenario estaban armados dos edificios cuyas ventanas se encontraban casi de frente. Una niña sentada en una ventana con los pies colgando hacia afuera. En frente un niño rubio que desde un piso más abajo la admiraba embelesado. La obra se llamaba "Hechizo".

"Hechizo" fue una obra perfecta para enamorar del teatro a una muy idealista chica de doce años. Y fue así. A partir de ahí procuraba ir a al menos dos funciones de cada nuevo montaje de Skena, y yo misma comencé un corto pero delicioso e inolvidable recorrido por las tablas del teatro de mi propio colegio.

Han pasado 21 años desde que me hice parte de la historia de Andrea y Daniel y desde que empecé a creer que la magia realmente existe, y precisamente hoy, los que hacen que posible esa magia están cumpliendo 34 años.

Durantes estos 34 años, Skena nos ha deleitado con montajes de calidad. Con ellos he reído a carcajadas, me he conmivido y llorado, me he hecho crítica, me he convertido en adulta y he vuelto a ser niña, me he ilusionado y me he enamorado. He creído.

Así que a mis queridos y admirados hechiceros que durante toda una vida  han dado este regalo, les deseo muy feliz anivesario, y que sean muchos años más de historias para contarnos.

¡Salud!