Finalmente en Carnavales Victoria nos llevó a unas amigas y a mí al Paseo, y el lugar simplemente me maravilló. Para empezar, no tenía idea de que hubiese algo más allá de las famosas escaleras que vemos desde la no poco transitada y congestionada Avenida Universidad. Tampoco imaginé que estaría recuperado y tan cuidado (puntos para este Gobierno, que poco construye y mejora), lo cual fue una sorpresa muy grata para todas. En el Café que hay arriba hacen unas arepitas aliñadas y unas croquetas de atún deliciosas (sólo por las tardes) y el café es riquísimo. Y muy barato todo.
Es un lugar ideal para ver esa Caracas que los que estamos acostumbrados a hacer vida en el Este no pocos conocemos o nos atrevemos a (o queremos) conocer. Se ve una Caracas completamente distinta a la que veo desde el ventanal de mi casa en Pro Páramo. Una Caracas más real, más cruda, honesta, caótica y movida... Llega a ser un poco surreal ver todo esto desde la paz de los jardines y plazas del Calvario.
Hay muchos otros sitios del centro que quisiera conocer o con los que quisiera reencontrarme. Caracas ofrece tantas cosas para hacer, tantos lugares para ver, y nosotros no nos enteramos. Esta ciudad es hermosa, es interesante, es colorida y tiene mil historias para contarnos. No es sólo Chacao, El Hatillo o Ávila Mágica. Ya es hora de que los caraqueños nos tomemos el tiempo para descubrirla y entenderla, y a partir de ahí, amarla.
Caracas es una ciudad de pinga, y es por eso, y no por obligación, que los caraqueños debemos quererla y cuidarla. Para que siga siendo de pinga, cada vez más.
Más fotos del Calvario y de lo fácil que es disfrutar Caracas aquí.
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